La afectación pulmonar es una de las consecuencias más graves de la esclerosis sistémica. Descubre los nuevos tratamientos que investiga la ciencia para controlarla.
La esclerodermia, una rara enfermedad autoinmune, esconde, debajo de la piel endurecida, numerosos y graves trastornos que ponen en riesgo la vida de los pacientes. Los problemas en los vasos sanguíneos, las respuestas inmunológicas alteradas y la fibrosis que caracterizan a la esclerosis sistémica pueden atacar a todos los órganos, desde los riñones y el esófago hasta el corazón y la tiroides.
Pero quizás la complicación más seria es la afectación de los pulmones. Cuando los pulmones se engrosan y pierden sus capilares sanguíneos, el oxígeno deja de llegar a las células de todo el organismo. Lo que parecía sólo una enfermedad cutánea entonces se transforma en una patología que puede resultar fatal en poco tiempo. Por esta razón, se hace evidente y fundamental que la ciencia avance en la búsqueda de nuevos tratamientos para controlar la afectación pulmonar.
Más informaciónLos médicos suelen decir que la esclerodermia tiene mil caras, ya que puede manifestarse de distintas maneras en cada persona. Pero si las deformidades faciales –el cambio de forma en la nariz y en la boca, los surcos y las manchas- llaman la atención por su visibilidad y rigidez, lo más peligroso se produce dentro del cuerpo, a medida de que progresan las distintas fases de la enfermedad, desde la inflamación y los edemas vasculares hasta la fibrosis de los órganos internos.
Hay dos tipos de problemas principales que pueden afectar a los pulmones en la esclerodermia. El primero es la hipertensión pulmonar. El segundo es la enfermedad intersticial del pulmón, que afecta hasta a la mitad de los pacientes y que causa la muerte temprana en el 20 al 40% de los casos.
Fibrosis pulmonar en la esclerodermia
En los pacientes con esclerosis sistémica difusa, además del engrosamiento y las manchas en la piel del tronco, la cara y las extremidades, se puede producir otra enfermedad pulmonar (asociada a la fibrosis que afecta al tejido conectivo que conecta y sostiene a las células). El tejido conectivo del pulmón crece en forma patológica y se engrosa, obligando a las arterias pulmonares a achicarse y disminuir su luz.
En el 4% de los pacientes con esclerodermia, el primer síntoma clínico no se produce en la piel sino en los pulmones, con tos seca, falta de aire al ejercitarse o dificultad respiratoria. Como sea, la enfermedad intersticial pulmonar aparece generalmente en los primeros 5 años de la esclerosis sistémica y puede progresar rápidamente, especialmente en los varones.
Aunque no se conoce del todo el mecanismo que produce la fibrosis pulmonar en estos pacientes, se cree que el sistema inmunológico confunde ciertas lesiones en las paredes de las pequeñas arterias pulmonares con injurias externas, disparando procesos de inflamación y formación de cicatrices como mecanismo de reparación.
Más informaciónEntonces, las células inmunológicas liberan incesantemente proteínas defensivas y el tejido conectivo recibe señales para fabricar colágeno en exceso. Así, las distintas capas del pulmón se van engrosando y endureciendo progresivamente, hasta el punto de dificultar la respiración y la oxigenación.
La enfermedad pulmonar intersticial difusa se diagnostica mediante: una tomografía computada de alta resolución, en la que se observan cicatrices características; análisis bioquímicos de autoanticuerpos (por ejemplo, anti Scl 70); espirometría; y un test de 6 minutos de caminata.
En pacientes con esclerodermia, es importante monitorear el declive progresivo de la función pulmonar y el intercambio de gases a lo largo del tiempo. Los pacientes con esclerodermia y enfermedad pulmonar intersticial tienen tres veces más riesgo de ser hospitalizados por insuficiencia respiratoria que el resto, según un reciente estudio realizado en Estados Unidos.
Hipertensión pulmonar en la esclerodermia
La esclerosis sistémica difusa es una enfermedad progresiva que, en 4 de 10 casos, lleva a la discapacidad y a la muerte en menos de 5 años. A medida de que los vasos sanguíneos se contraen y sus paredes resultan dañadas por reacciones inmunológicas patológicas, la presión de la sangre aumenta y la probabilidad de desarrollar coágulos o trombos, también.
El endurecimiento de las arterias pulmonares y la fibrosis del tejido pulmonar (fibrosis pulmonar) no hacen más que complicar el intercambio de gases (dióxido de carbono por oxígeno) en los alveolos pulmonares y el bombeo de la sangre en el ventrículo derecho del corazón.
La hipertensión pulmonar (más de 25 mm Hg) se manifiesta en el 35 al 80% de los pacientes con esclerodermia, tanto en quienes padecen la forma localizada como la difusa. Este problema arterial se percibe como dificultad para respirar y cansancio, acompañados a veces por cianosis o color azulado en la piel, hinchazón en las extremidades y desmayos.
Para tratar la hipertensión pulmonar se utilizan fármacos vasodilatadores, bloqueadores de calcio, prostaglandinas y anticoagulantes. Como esta enfermedad es progresiva y afecta la función cardíaca, es importante detectarla tempranamente, para no tener que llegar al trasplante de pulmón y corazón.
Tratamientos prometedores para la afección pulmonar en pacientes con esclerodermia
En el pasado, los trastornos renales eran la mayor causa de muerte en los pacientes con esclerodermia. Pero tras el desarrollo de los fármacos inhibidores de la enzima ACE, los problemas de riñón han disminuido en gravedad. Hoy la preocupación se enfoca en los pulmones y las reacciones autoinmunes de los pacientes con esclerosis sistémica.
Actualmente, se utilizan tratamientos que suprimen o modulan las reacciones inmunológicas, estos se emplean para evitar que disminuya la capacidad del pulmón para respirar cuando hay fibrosis. También se experimenta con nuevas moléculas y anticuerpos moleculares para evitar el daño pulmonar progresivo en pacientes con esclerosis sistémica.
Más informaciónEntre los tratamientos en investigación figura una nueva tableta oral destinada a evitar el declive de la capacidad pulmonar en pacientes con esclerosis difusa que no padezcan hipertensión pulmonar.
Esta molécula en estudio ya ha mostrado mejorar las consecuencias de la fibrosis hepática (en el hígado) y renal (en los riñones) tanto en animales como en humanos. Ahora se estudia cómo podría mejorar los síntomas de la afectación pulmonar en pacientes con esclerodermia.
Referencias bibliográficas:
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